Uno de los poseedores del medallón a mediados del siglo XVI será Francesco de Melzi, discípulo aventajado del famoso Leonardo da Vinci. Su preocupación por la conservación de la obra de su maestro le lleva a soñar a menudo con ella...
Arriba, el Hombre de Vitruvio. Abajo, apuntes de Anatomía |
"Otro
fogonazo directo a sus pupilas, como preludio de un inminente cambio de
escenario. Apareció en una enorme sala de mármol blanco y paredes lisas. Ni
siquiera un pequeño ventanuco, una claraboya, un minúsculo resquicio por donde
pudiera haber penetrado aquella luz cegadora. Y sin embargo la claridad invadía
el lugar. Una claridad mágica y embriagadora. Sintió como si alzara el vuelo en
una especie de levitación trascendental. Para su sorpresa, las numerosas obras
de su maestro, el trabajo de toda una vida, comenzaron a circular por delante
de él movidas por una fuerza desconocida. Allí estaba el rostro descarnado de
un anciano San Gregorio, vigilado de cerca por una multitud de mujeres en
diferentes actitudes, envueltas en ropajes varios, que no conseguían en modo
alguno diluir el parecido inequívoco que encerraban en su mirada. Identificó a
todas ellas como la madre de Dios. La Virgen de las Rocas, la del Clavel, la Madona Benois , la Virgen con el Niño Jesús y
Santa Ana. Todas diferentes y todas iguales. Otra mirada enigmática, la de la
Mona Lisa , dio paso a una estatua ecuestre
de imposible equilibrio. Varios cuadernos de notas parecieron flotar entre
jirones de una finísima niebla. Sus páginas pasaban solas; adelante y atrás,
adelante y atrás, con un ritmo cadencioso, constante, delicado. Estudios de
anatomía, un brazo humano detallado hueso por hueso, embriones de tiza rojiza,
máquinas de guerra, artefactos voladores, un hombre con dos pares de piernas y
otros tantos de brazos: el Hombre de Vitruvio. Engranajes, pájaros y puentes se
mezclaban con tendones y músculos, huesos y órganos diseccionados hasta el más
mínimo detalle. Notas al pie ilegibles que pronto reconoció como la famosa
escritura especular del maestro. Por último de nuevo Jesús, acompañado de sus
apóstoles en una enigmática última cena. Todo estaba allí. Obras que incluso él
desconocía. Tratados que nunca creía haber visto..."
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