PERSONAJES DEL MEDALLÓN: ANDREI VASILIEVICH
Hoy me ha dado por un secundario. Por algún motivo que tan sólo puedo intuir, siempre he sentido un cariño especial por el pueblo ruso. Quizá sea por ese carácter duro y a la vez conformista de sus gentes, que han sabido aceptar con resignación el destino que les ha tocado vivir. La historia reciente de Rusia, antes de la URSS, no ha sido precisamente un camino de rosas. El fin del zarismo, la Revolución Rusa, la II Guerra Mundial con sus varias decenas de millones de muertos, la feroz dictadura comunista de Stalin antes, durante y después de esa guerra, la Guerra Fría -eternos "malos" en las películas que arrasaban en Occidente-, y el desmembramiento final del sueño (más bien la pesadilla) comunista con la irrupción sin contemplaciones de capitalismo y sus peores consecuencias. Todo eso les ha tocado vivir en el último siglo. Y supongo que, si no venía ya de los siglos anteriores, semejante sucesión de acontecimientos, muertos, torturas y privaciones, terminó de conformar un carácter que, como decía, a mí personalmente me cautivó desde que comencé a relacionarme con ellos, hace casi una década. Duros, de trato difícil, jerárquicos, quizá más cargados aún de ideas preconcebidas que sus eternos antagonistas americanos. Pero también hospitalarios, ingeniosos, audaces, con un gran corazón que al final, más tarde o más temprano, terminan siempre abriéndote delante, eso sí, de unos cuantos vasos de vodka.
Así que tengo cariño a este secundario del Medallón, y muy especialmente a su ciudad de origen, donde pasé cerca de un mes en una de las aventuras espaciales que mejor sabor de boca me han dejado en todos estos años.
Imágenes de la ciudad de Samara, en Rusia. |
"Nacido en
la ciudad de Samara, en el suroeste de Rusia, a orillas de un inmenso Volga,
era hijo de una enfermera y un suboficial del antiguo Ejército Rojo. Su padre
Vasili, fallecido apenas un año antes de que él fuese contactado por la Logia , era un veterano de la Segunda Guerra Mundial, uno de
los supervivientes de la cruenta batalla de Stalingrado, de donde era oriundo.
Herido en los últimos envites de la misma, fue destinado después a un puesto
mucho más cómodo y seguro en uno de los diversos organismos de gobierno
soviético a los que dio cobijo Samara ¾entonces aún Kuibishev¾ durante
la contienda. Quizá por su experiencia en aquellos difíciles días, Vasili había
llegado a odiar por igual al régimen nazi y al líder de la entonces Unión Soviética
Iosiv Visarionovich, Stalin, a todos sus mariscales y a su famosa estrategia
del ni un paso atrás y el plomo
soviético para quien no avanzara a una muerte segura contra las ametra-lladoras
alemanas. Como decían entre bromas en las trincheras, te jodían por delante y
te jodían por detrás; los alemanes lo primero y los propios camaradas lo
segundo. Así que el padre de Andrei se cuidó mucho de inculcar a su hijo un
espíritu crítico y una mente abierta. ¾No confíes nunca en profeta alguno, hijo, y huye de
las grandes ideas¾, le decía. Sin duda las decenas de millones de
muertos soviéticos de la guerra, las purgas de Stalin y sus gulags, y la cada vez más deteriorada
situación económica del país en los años de la guerra fría y su ingente gasto
militar, le habían hecho albergar algo más que un cierto escepticismo hacia esa
utopía absurda llamada comunismo."
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